Cuando tenía 5 años comenzaba a darme cuenta que en mi casa, en Diciembre, era una tradición hacer Galletas de Navidad. Me fascinaba cuando llegaba mi abuela, que junto a mi madre, me sentaban en la cocina con mis cuatro hermanos a amasar, hornear y pintar hermosas galletas de Navidad. Todos los años se repetía esta tradición. No recuerdo con claridad los regalos que recibí esas Navidades, pero tengo grabado a fuego esos días maravillosos junto a mi familia.
Cuando comenzaba la Universidad, soñaba con viajar y compartía con mis compañeros galletas que hacía para los cumpleaños. Siempre me decían que no sólo eran lindas, sino que eran tan ricas. Así fue como comenzaron a pedirme para distintos tipos de eventos y fue como logré viajar y conocer distintos tipos de galletas y sus tradiciones en los países que visité.
Cuando nacieron mis hijos, no sólo llegaron al mundo ellos, sino también nació el nombre de mis Galletas Boragú. Borja y Agustina dieron el nombre a mis galletas, que traen a mi memoria especiales recuerdos y simbolizan los valores que deseo transmitir.
He descubierto a lo largo de los años que nuestras galletas son una extraordinaria herramienta de comunicación. De comunicar cariño, dedicación, respeto y amor. También son el reflejo de una dulce recompensa de agradecimiento, para alguien que ha hecho un buen trabajo.
Espero que el gusto de hornear, que me ha hecho brillar el alma, se refleje en nuestras galletas, de manera que les permita comenzar una tradición en sus familias, de las infaltables Galletas Boragú.
Con cariño,
Pame
